El Cochinillo Asado Madrileño es uno de los platos más emblemáticos de la gastronomía española. Originario de Segovia, su preparación se ha popularizado en toda España, especialmente en Madrid. Esta receta, con su carne jugosa y piel crujiente, es un verdadero manjar que deleitará a cualquier paladar. Acompáñanos en este viaje culinario y descubre los secretos para preparar un cochinillo asado perfecto en casa.

Ingredientes:

  • 1 cochinillo lechal (aproximadamente 3-4 kg)
  • Sal
  • Pimienta negra molida
  • Aceite de oliva virgen extra
  • Romero fresco (opcional)
  • Ajo (opcional)

Preparación:

  1. Precalienta el horno: A 200°C.
  2. Prepara el cochinillo: Lava bien el cochinillo por dentro y por fuera. Sazona generosamente con sal y pimienta por toda la superficie. Si lo deseas, puedes untar la piel con aceite de oliva y añadir algunas ramitas de romero o dientes de ajo enteros para aromatizar.
  3. Asa el cochinillo: Coloca el cochinillo en una bandeja de horno con una rejilla para que no esté en contacto directo con la grasa. Asa durante aproximadamente 2 horas o hasta que la piel esté dorada y crujiente y la carne esté tierna. Durante el asado, puedes rociar el cochinillo con los jugos que suelta para mantenerlo húmedo.
  4. Descansa: Una vez asado, retira el cochinillo del horno y déjalo reposar durante unos 15 minutos antes de cortarlo. Esto permitirá que los jugos se distribuyan por toda la carne.
  5. Servir: Corta el cochinillo en porciones y sirve inmediatamente.

Consejos:

  • Elige un buen cochinillo: El secreto de un buen cochinillo asado está en la calidad de la materia prima. Opta por un cochinillo lechal de raza Segovia, conocido por su carne tierna y sabor excepcional.
  • No pinches el cochinillo: Pinchar el cochinillo durante el asado hará que pierda los jugos y quede seco.
  • Acompaña: El cochinillo asado se suele servir con patatas asadas, ensalada y un buen vino tinto.

Origen y evolución:

El cochinillo asado es un plato con una larga tradición en España. Su origen se remonta a la época medieval, cuando los campesinos asaban los lechones en hornos de leña. Con el paso del tiempo, esta receta se fue perfeccionando y popularizando, convirtiéndose en uno de los platos más representativos de la gastronomía castellana.